A finales de los años sesenta del pasado siglo, en la ciudad de Querétaro se vivían cambios notables en materia de infraestructura urbana, con una participación importante de empresas como ICA, acrónimo de Ingenieros Civiles Asociados. Uno de estos cambios, sin duda, fue la construcción del llamado Libramiento Querétaro-San Luis Potosí, lo que ahora se conoce como el Boulevard Bernardo Quintana, nombre puesto en honor del presidente -esto pocas veces sucede- de la famosa constructora. La instrucción del Ingeniero Quintana fue entonces precisa: evitar a toda costa las curvaturas en el trazo de la vialidad, condición que, por ubicarse fuera de la mancha urbana, permitía hacer la incipiente metrópoli.
La obra fue terminada e inaugurada en su momento por el gobernador en turno, presentaba un inconveniente significativo: el cruce semaforizado del libramiento con Calzada de Los Arcos que se hizo patente con el incremento natural del tráfico. Se planteó entonces la necesidad de construir un paso a desnivel en ambos sentidos, lo que implicaba el riesgo de comprometer la histórica arquería del Acueducto de Querétaro, monumento emblemático que data de principios del siglo XVIII. El desafío no era menor. Así que, en alguna de las célebres juntas de trabajo que se hacían en la ICA, el Ingeniero Fernando Osuna, compañero nuestro de LOS CINCO, se le ocurrió arriesgar: -“¿Y si el cruce lo hacemos como en el Metro de la Ciudad de México, sin que se hayan enterado los monumentos históricos?”. Huelga decir quién fue el responsable de construir aquel desafiante paso a desnivel.
La solución, el Ingeniero Osuna nos da cuenta de los pormenores, fue emplear el método de “tablestacas de concreto”, esto es excavar a prudente distancia el espacio para colar los muros de contención lateral (a manera de “muros Milán”, pero sin la necesidad de emplear lodos bentoníticos dado que no había, a diferencia de la ciudad de México, presencia de aguas freáticas) … Se remueve el material entre ambos muros, se colocan puntales y al final se cierra el cajón con la losa inferior, conformando así los pasos de la vialidad a desnivel, por debajo de la histórica estructura. Se inauguraba aquella obra pasados algunos meses, sin haberse afectado Los Arcos, y pasaban luego cuarenta años más sin que los mismos se hubiesen enterado siquiera -jamás se observó daño mínimo alguno- de los trabajos ahí realizados.
Poco a poco, el boulevard Bernardo Quintana se fue volviendo más un eje de la movilidad urbana que un libramiento carretero, y fue así como la reducción de 3 a 2 carriles, justo debajo de Los Arcos, terminó por volverse un “cuello de botella” para el tránsito vehicular. Ya para el año 2010, se comenzó a señalar la urgencia de buscar una solución a este problema. De todas las opciones posibles -suponemos que se consideraron varias- se eligió la de retirar los muros de protección; muros que, sin falla alguna, habían protegido estructuralmente por tantos años al viejo Acueducto. En el material que les presentamos en nuestra página, haremos referencia a los detalles de la solución que se ha propuesto, en su momento denominada “obra del Gran Paso Acueducto”, y las observaciones serias que hizo nuestro colega a propósito de los riesgos que se corrían por remover los muros de protección construidos en 1971.
¿Existe peligro de que Los Arcos, en particular los más próximos al paso a desnivel, se lleguen a afectar? … La respuesta es afirmativa dada su naturaleza, donde todos sus elementos trabajan a compresión, sin efectos de torsión, pero sobre todo sin vibraciones, estas últimas inducidas por el cruce de casi 200,000 vehículos al día. Ya que el riesgo es que pueda ocurrir una “falla frágil”, resulta imperativo mantener un monitoreo permanente de la obra en cuestión. Sabemos que se ha hecho durante los trabajos recientes, igual se han realizado mediciones itinerantes posteriores, mas no continuas. El viejo Acueducto ¿se puede salvaguardar? … Sí, como se protegió con andamiaje superior durante la construcción del año 2012. Lo importante es tener capacidad de respuesta previa a cualquier posible movimiento de la estructura, no esperar a que ocurra una falla grave antes de actuar.
En 2010 al comenzar el planteamiento público de la necesidad de la ampliación, el Tecnológico de Monterrey campus Querétaro hizo una serie de estudios de monitoreo de la estructura para evaluar su sensibilidad a la posible actuación de las intervenciones, que entre otras cosas, demostró que durante 40 años la arquería no se había afectado con la intervención de 1971. El propio Tecnológico de Monterrey publicó dos ejemplares de su revista Cuadernos de Arquitectura y Nuevo Urbanismo dedicados a la historia y detalles de la arquería, a la construcción de los pasos a desnivel y los estudios realizados por el propio instituto. Incluso uno de estos estudios mereció una distinción internacional por parte de uno de los organismos de la ONU encargado de las preservación de monumentos históricos en la ciudad de Otawa, Canadá el mismo año de 2010.
Estos ejemplares nos parecen tan interesantes que los incluimos ligados a esta publicación, para quienes quieran ver sus artículos y detalles. Recomendamos en especial leer al menos el editorial para darse cuenta de su dimensión. Asimismo nuestras siguientes tres publicaciones abundarán sobre el mismo tema concluyendo con una plática del ingeniero Osuna y su visión del futuro de la movilidad de la zona metropolitana de Querétaro.